Entrenamiento con Pesas en Niños ¿Bueno o malo?

El entrenamiento de fuerza en niños ha sido un tema rodeado de mitos y controversias durante años. Tradicionalmente, se creía que levantar pesas o realizar ejercicios de resistencia podría ser perjudicial para los niños, afectando negativamente su crecimiento o aumentando el riesgo de lesiones. Sin embargo, la evidencia científica actual ha demostrado lo contrario. Cada vez más estudios sugieren que el entrenamiento de fuerza no solo es seguro para los niños, sino que también puede ser altamente beneficioso, siempre que se realice de manera adecuada y bajo la supervisión de profesionales cualificados.

El debate ha pasado de cuestionar si los niños deberían entrenar fuerza a cómo deberían hacerlo. A través de una programación correcta y progresiva, los niños pueden experimentar mejoras en su fuerza muscular, coordinación y composición corporal, al tiempo que fortalecen su salud ósea y desarrollan hábitos de vida saludables que pueden perdurar a lo largo de su vida.

Entonces, ¿a qué edad es recomendable comenzar con este tipo de entrenamiento? ¿Cuáles son los riesgos reales y cómo se pueden minimizar? A lo largo de esta publicación, analizaremos el impacto del entrenamiento de fuerza en niños desde una perspectiva basada en la evidencia científica, y llegaremos a una conclusión sobre la edad ideal para comenzar y los beneficios y riesgos de esta práctica.

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Beneficios del entrenamiento de fuerza en niños

Numerosos estudios han demostrado que el entrenamiento de fuerza en niños, cuando se realiza de manera adecuada y bajo la supervisión de un profesional, ofrece múltiples beneficios tanto a nivel físico como psicológico.

Incremento de la fuerza muscular

El entrenamiento de fuerza permite a los niños mejorar su capacidad física más allá del crecimiento natural. A diferencia de los adultos, los niños no experimentan grandes aumentos en la masa muscular debido a la falta de hormonas como la testosterona. Sin embargo, los beneficios en la fuerza provienen de adaptaciones neuromusculares, es decir, mejoras en la capacidad del sistema nervioso para reclutar más fibras musculares de manera eficiente. Estudios han mostrado que los niños pueden mejorar su fuerza en un 30-40% tras un programa de entrenamiento de 8-12 semanas, sin necesidad de cargas extremas.

Mejora de la densidad mineral ósea

El entrenamiento de fuerza también contribuye a un aumento de la densidad mineral ósea, lo cual es crucial durante las etapas de crecimiento. Durante la infancia y la adolescencia, el cuerpo está en una fase crítica para la acumulación de masa ósea, y se ha comprobado que las actividades de resistencia favorecen el fortalecimiento de los huesos. Esto no solo ayuda a prevenir lesiones en el presente, sino que también reduce el riesgo de osteoporosis en la edad adulta.

Mejora de las habilidades motoras

El entrenamiento de fuerza ayuda a los niños a desarrollar habilidades motoras importantes como la coordinación, la agilidad y el equilibrio. Estas mejoras permiten a los niños realizar movimientos más eficientes y seguros, tanto en actividades cotidianas como en deportes. Un estudio realizado por Behringer et al. (2010) mostró que los programas de fuerza contribuyen significativamente a la mejora del rendimiento motor en niños y adolescentes.

Impacto positivo en la composición corporal

La realización de ejercicios de fuerza puede ser especialmente útil en niños con sobrepeso u obesidad, ya que fomenta la reducción de la grasa corporal y el incremento de la masa magra. Al desarrollar más músculo, el metabolismo de los niños también mejora, lo que facilita el control del peso y mejora su estado físico general.

Beneficios psicológicos

El entrenamiento de fuerza no solo genera mejoras físicas, sino que también impacta positivamente en la autoestima y en la percepción de la imagen corporal de los niños. Al ver mejoras tangibles en su rendimiento y condición física, los niños desarrollan una mayor confianza en sus habilidades, lo que a su vez mejora su actitud hacia la actividad física a largo plazo.

Riesgos potenciales y medidas de seguridad

Aunque el entrenamiento de fuerza en niños presenta múltiples beneficios, como cualquier actividad física, no está exento de riesgos si no se lleva a cabo de manera adecuada. A continuación, analizamos los posibles riesgos y cómo minimizarlos a través de la correcta supervisión y planificación.

Mitos sobre el impacto negativo en el crecimiento

Uno de los mitos más extendidos es la creencia de que el entrenamiento de fuerza puede afectar negativamente el crecimiento de los niños. Sin embargo, estudios han demostrado que el entrenamiento de resistencia no interfiere con el crecimiento lineal, siempre y cuando se realice bajo una correcta supervisión. El mito de que el levantamiento de pesas en la infancia puede dañar las placas de crecimiento ha sido desacreditado por investigaciones recientes. De hecho, se ha comprobado que el entrenamiento de fuerza adecuado no solo no afecta el crecimiento, sino que puede promover un desarrollo saludable, mejorando la densidad ósea y la resistencia muscular.

Lesiones por mal uso o falta de supervisión

El riesgo de lesiones es una preocupación legítima cuando los niños realizan entrenamiento de fuerza, pero los estudios indican que la mayoría de las lesiones en este grupo etario se deben a la falta de supervisión adecuada o el mal uso del equipo, más que a los ejercicios de fuerza en sí. Según Faigenbaum et al. (2009), las lesiones más comunes se producen cuando los niños intentan levantar cargas inadecuadas o utilizan una técnica incorrecta. Por lo tanto, es esencial que el entrenamiento esté supervisado por profesionales cualificados, que puedan ajustar las cargas y enseñar la técnica correcta.

Recomendaciones para un entrenamiento seguro

Para minimizar los riesgos y maximizar los beneficios del entrenamiento de fuerza en niños, es crucial seguir ciertas pautas de seguridad:

  • Supervisión profesional: Los entrenadores deben estar cualificados y familiarizados con el entrenamiento de fuerza en niños. El control y la técnica deben ser las principales prioridades antes de aumentar las cargas.

  • Progresión gradual: Es importante comenzar con cargas ligeras y aumentar la intensidad de manera progresiva a medida que el niño se adapta al entrenamiento. De esta forma, se minimiza el riesgo de sobrecarga muscular o articular.

  • Técnica adecuada: Antes de aumentar la carga, los niños deben dominar la técnica de los ejercicios. Esto es especialmente importante en movimientos básicos como la sentadilla o el peso muerto, que implican varios grupos musculares y articulaciones.

  • Equipamiento adecuado: Utilizar pesas y máquinas adaptadas para niños, en lugar de equipamiento estándar para adultos, asegura que los ejercicios se realicen con mayor comodidad y seguridad.

¿A que edad iniciar el entrenamiento de fuerza en niños?

El momento adecuado para que un niño comience a realizar entrenamiento de fuerza es un aspecto clave para maximizar sus beneficios y minimizar cualquier riesgo. La edad ideal para introducir este tipo de entrenamiento varía según el desarrollo físico y mental de cada niño, pero los estudios y las organizaciones profesionales han establecido algunas pautas generales.

La American Academy of Pediatrics (AAP), el American College of Sports Medicine (ACSM) y la National Strength and Conditioning Association (NSCA) coinciden en que no existe una edad mínima estricta para que un niño comience a entrenar fuerza. La clave está en la madurez física y mental del niño, así como en su capacidad para seguir instrucciones y mantener una técnica adecuada durante los ejercicios. En general, si un niño puede participar en actividades deportivas organizadas (como fútbol o baloncesto), está preparado para realizar ejercicios de fuerza con cargas ligeras.

Rango de edad recomendado

Los estudios sugieren que un niño puede comenzar con ejercicios de fuerza entre los 7 y 8 años, siempre que el programa esté bien supervisado y adaptado a su nivel de desarrollo. A esta edad, los niños generalmente tienen el control motor necesario para ejecutar correctamente los movimientos, así como la capacidad de seguir las instrucciones de un entrenador cualificado. A partir de los 12 años, con la llegada de la pubertad y los cambios hormonales asociados, los niños pueden experimentar mayores ganancias musculares y comenzar a trabajar con cargas más elevadas de manera progresiva.

Preadolescencia y adolescencia: etapa óptima para el desarrollo muscular

A partir de los 12-13 años, los adolescentes entran en una etapa de mayor potencial para el desarrollo de fuerza e hipertrofia muscular, debido a la influencia de las hormonas como la testosterona y la hormona de crecimiento. En esta etapa, el entrenamiento de fuerza puede ser más estructurado y enfocado en la mejora de la fuerza máxima y la masa muscular, siempre que se respeten las progresiones y se mantenga una técnica adecuada. Un estudio de Faigenbaum et al. (2009) indica que los adolescentes que participan en entrenamientos de fuerza correctamente diseñados logran mejoras significativas en fuerza y composición corporal, sin efectos negativos sobre el crecimiento.

Juegos de fuerza en edades más tempranas

Antes de los 7-8 años, se recomienda que los niños participen en actividades que fomenten el desarrollo de la fuerza de manera lúdica y no estructurada. Juegos como trepar, carreras, empujar, arrastrarse o saltar proporcionan un excelente punto de partida para desarrollar patrones de movimiento fundamentales y generar una base de fuerza que será útil más adelante en programas más estructurados.

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Aplicación práctica del entrenamiento de fuerza en niños

Frecuencia y volumen

Una rutina de entrenamiento de fuerza en niños debe realizarse con moderación y siempre bajo la supervisión de un profesional cualificado. Según las recomendaciones de la National Strength and Conditioning Association (NSCA) y otros estudios, la frecuencia ideal es de 2 a 3 sesiones semanales, en días alternos, para permitir la correcta recuperación muscular. En cada sesión, se recomienda un volumen inicial de 1-2 series por ejercicio con un enfoque en la técnica. A medida que el niño progresa, se puede incrementar gradualmente el volumen hasta 3-4 series por ejercicio.

Cada sesión debe incluir ejercicios que trabajen los grandes grupos musculares, como sentadillas, empujes, tirones y levantamientos básicos adaptados. Los movimientos deben realizarse con cargas ligeras o moderadas, priorizando el control técnico antes que el aumento de peso.

Tipos de ejercicios recomendados

En las primeras etapas, los ejercicios deben centrarse en movimientos básicos que impliquen el uso del propio peso corporal o cargas ligeras. Entre los ejercicios más recomendados para niños se incluyen:

  • Sentadillas: Con el propio peso corporal o con cargas ligeras, como kettlebells.

  • Press de pecho: Utilizando mancuernas ligeras o bandas de resistencia.

  • Remo: Para fortalecer la musculatura de la espalda, con bandas elásticas o mancuernas ligeras.

  • Elevaciones de talones: Para fortalecer la musculatura de los pies y los tobillos.

A medida que el niño avanza en su desarrollo motor, se pueden incluir ejercicios más complejos, siempre supervisando de cerca la técnica para evitar compensaciones inadecuadas.

Progresión y cargas

El principio básico del entrenamiento de fuerza en niños es la progresión gradual. A medida que los niños ganan fuerza y dominio de los ejercicios, se pueden aumentar progresivamente las cargas de entrenamiento. No obstante, es importante que el incremento de peso sea moderado, con aumentos de entre 1 y 2 kg según la capacidad del niño, evitando siempre cargas máximas o cerca de su límite para minimizar el riesgo de lesiones.

Además de progresar en la carga, también se puede trabajar la variación de los ejercicios para estimular diferentes grupos musculares y mantener el interés del niño en el entrenamiento.

En definitiva, el entrenamiento de fuerza en niños ha demostrado ser beneficioso cuando se realiza bajo supervisión adecuada y con una planificación estructurada. Lejos de los antiguos mitos que sugerían que podría interferir con el crecimiento o aumentar el riesgo de lesiones, la evidencia científica actual apoya su implementación en edades tempranas, siempre que se respeten ciertas pautas de seguridad.

Referencias

  1. Faigenbaum AD, et al. (2009)
    Youth resistance training: Updated position statement paper from the National Strength and Conditioning Association.

  2. Faigenbaum AD, et al. (2016)
    The role of resistance training in youth fitness and health promotion.

  3. Behringer T, et al. (2010)
    Effects of strength training on motor performance skills in children and adolescents: A meta-analysis.

  4. Lloyd RS, et al. (2016)
    National Strength and Conditioning Association position statement on long-term athletic development.

  5. Myer GD, et al. (2009)
    Injury prevention and training for youth athletes.

  6. American Academy of Pediatrics. (2008)
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  7. Corbun y Malek (2017)
    Seguridad y supervisión en el entrenamiento de fuerza para niños.

  8. Sands WA, et al. (2012)
    National Strength and Conditioning Association statement on youth training safety.

  9. Jones Christensen B, et al. (2000)
    Strength training and injury prevention in children and adolescents.

  10. Peña, Heredia, et al. (2016)
    Directrices para el entrenamiento de fuerza en niños y adolescentes.

EntrenamientoRaúl P.